Esto llevó a que el club Atlético de Madrid permitiese al equipo disputar los partidos en el estadio Wanda Metropolitano, hasta el fin de las obras en las instalaciones del club. El siguiente equipo fue de más entidad, el Hajduk Split, campeón de la desaparecida Yugoslavia, un duro rival que logró un empate 0-0 en el Luis Casanova y en la vuelta al Valencia le costó sudor empatar 1-1 con un gol de Claramunt que clasificaba al equipo por el valor doble de los goles fuera de casa.